El correo electrónico de Ramiro decía lo mismo que yo le había escrito pero en otras palabras. Que yo le había caído muy bien, que era muy guapo, que le gustaría juntarse conmigo otra vez. Cuando hablamos por el Mirc esa noche nos dijimos lo increíble que estaba resultando todo y miles de cosas más. Siempre hay tantos asuntos de los que hablar cuándo recién estás conociendo a esa persona especial. Yo, por extraño que parezca, sentía que con él algo ocurriría. Era esa sensación que describí en un post anterior: se cree que la otra persona es la multiplicación infinitesimal de un número que da como resultado un producto parecido a saber para qué estás parado en este mundo. O creo que dije algo por el estilo.
Nos juntamos al día siguiente, a pesar de que vivíamos en extremos opuestos de la big city. No importaban la combinación de micros con metros, las horas sentados o parados entre la multitud de gente que viaja preocupada pensando en el odioso jefe, la cuenta sin pagar, la prueba difícil o la vieja culiá de matemáticas. Nosotros íbamos en otra, pensando en qué diríamos, qué NOS diríamos, en cómo suplantaríamos la falta de afecto físico con palabras susurradas cuando nos encontráramos.
Recuerdo que en nuestra segunda cita lo acompañé a buscar unas plantillas para sus zapatos, el pobre sufría de pie plano. Después él me fue a dejar en la terrible micro de las siete de la tarde a Puente Alto. Pudimos haber tomado el metro hasta La Florida y ahí esperar la combinación en bus, pero no sé por qué no lo hicimos. Y él quiso acompañarme hasta que tomara el metrobus que me dejaba en la puerta de la casa de mi abuela. Sí, yo vivía en el Cajón del Maipo y él en Las Rejas, ¿podían haber dos puntos más alejados en el mapa? ¿podía pedir un gesto mayor de su parte para darme cuenta de que le interesaba? Obvio que no. Ya lo tenía claro. Pero algo faltaba, es que ¡por la chucha! Un apretón más fuerte de manos no es suficiente, unos susurros tímidos no alcanzan, ¿un abrazo?
No, Ramiro no estaba preparado para eso. Con su mente de Buey en la astrología china y de Capricornio en la occidental se había dedicado a sacar su carrera de Ingeniería en la PUC dejando de lado todas las otras áreas de su crecimiento, postergándolas para su independencia económica. Por lo tanto, aún era casto en lo sexual, carente de habilidades sociales, siempre con el miedo a que alguien lo notara, a sobresalir y que alguien preguntara demasiado.
Él ya se había encargado de darme sus especiales gestos y era yo quien debía tomar las siguientes iniciativas. Y como quien no quiere la cosa lo invité a que el miércoles fuéramos al cine. La película él ya la había visto y yo me resistía a caer en los gustos de la multitud pro Lollywood: Titanic. A él no le importaba ver las ¿tres horas? otra vez.
Ese día, después de llorar las típicas partes lacrimógenas del film, lo invité a quedarse a dormir en casa de mi abuela el viernes. Sorprendentemente me dijo que sí. Sorprendente por los esfuerzos de Ramiro para superar sus inseguridades, porque conocería a mi abuela.
No recuerdo que le inventé a la Güelimalia (abuela Amalia). Parece que le dije que era un amigo que había conocido por otros amigos del preuniversitario y que le daba lata volverse a Las Rejas. Le mostré la parcelita: entre el camino y un cerro, está en terrazas. La primera y más cercana al tránsito de vehículos tiene la casa; en la segunda, hay un patio con manzanos, una sala de juegos con mesa de pool, una cava de vinos y la pieza con baño que ocupaba mi mamá en los veranos; en la tercera, dos paltos y otra casa construida por un hermano y una hermana de mi mamá; la cuarta, quinta y sexta terrazas están para ser sembradas y hay vides; en la séptima hay una piscina, duraznos, dos hamacas y un parrón; más arriba es terreno casi salvaje y al final un pequeño bosque de eucaliptos y almendros. (Está en venta por si hay interesados. Nadie va, sale muy caro mantenerla y mi abuela vive ahora en Santiago, más cerca de mis primos)
Por fin en el bosque, agotados por la subida y medio transpirados, no aguanté la falta de afectos y coludido con los árboles que nos protegían de miradas ajenas, le di mi primer zarpazo: lo abracé e hice debutar sus labios con un cortísimo beso entre hombres.
Nos juntamos al día siguiente, a pesar de que vivíamos en extremos opuestos de la big city. No importaban la combinación de micros con metros, las horas sentados o parados entre la multitud de gente que viaja preocupada pensando en el odioso jefe, la cuenta sin pagar, la prueba difícil o la vieja culiá de matemáticas. Nosotros íbamos en otra, pensando en qué diríamos, qué NOS diríamos, en cómo suplantaríamos la falta de afecto físico con palabras susurradas cuando nos encontráramos.
Recuerdo que en nuestra segunda cita lo acompañé a buscar unas plantillas para sus zapatos, el pobre sufría de pie plano. Después él me fue a dejar en la terrible micro de las siete de la tarde a Puente Alto. Pudimos haber tomado el metro hasta La Florida y ahí esperar la combinación en bus, pero no sé por qué no lo hicimos. Y él quiso acompañarme hasta que tomara el metrobus que me dejaba en la puerta de la casa de mi abuela. Sí, yo vivía en el Cajón del Maipo y él en Las Rejas, ¿podían haber dos puntos más alejados en el mapa? ¿podía pedir un gesto mayor de su parte para darme cuenta de que le interesaba? Obvio que no. Ya lo tenía claro. Pero algo faltaba, es que ¡por la chucha! Un apretón más fuerte de manos no es suficiente, unos susurros tímidos no alcanzan, ¿un abrazo?
No, Ramiro no estaba preparado para eso. Con su mente de Buey en la astrología china y de Capricornio en la occidental se había dedicado a sacar su carrera de Ingeniería en la PUC dejando de lado todas las otras áreas de su crecimiento, postergándolas para su independencia económica. Por lo tanto, aún era casto en lo sexual, carente de habilidades sociales, siempre con el miedo a que alguien lo notara, a sobresalir y que alguien preguntara demasiado.
Él ya se había encargado de darme sus especiales gestos y era yo quien debía tomar las siguientes iniciativas. Y como quien no quiere la cosa lo invité a que el miércoles fuéramos al cine. La película él ya la había visto y yo me resistía a caer en los gustos de la multitud pro Lollywood: Titanic. A él no le importaba ver las ¿tres horas? otra vez.
Ese día, después de llorar las típicas partes lacrimógenas del film, lo invité a quedarse a dormir en casa de mi abuela el viernes. Sorprendentemente me dijo que sí. Sorprendente por los esfuerzos de Ramiro para superar sus inseguridades, porque conocería a mi abuela.
No recuerdo que le inventé a la Güelimalia (abuela Amalia). Parece que le dije que era un amigo que había conocido por otros amigos del preuniversitario y que le daba lata volverse a Las Rejas. Le mostré la parcelita: entre el camino y un cerro, está en terrazas. La primera y más cercana al tránsito de vehículos tiene la casa; en la segunda, hay un patio con manzanos, una sala de juegos con mesa de pool, una cava de vinos y la pieza con baño que ocupaba mi mamá en los veranos; en la tercera, dos paltos y otra casa construida por un hermano y una hermana de mi mamá; la cuarta, quinta y sexta terrazas están para ser sembradas y hay vides; en la séptima hay una piscina, duraznos, dos hamacas y un parrón; más arriba es terreno casi salvaje y al final un pequeño bosque de eucaliptos y almendros. (Está en venta por si hay interesados. Nadie va, sale muy caro mantenerla y mi abuela vive ahora en Santiago, más cerca de mis primos)
Por fin en el bosque, agotados por la subida y medio transpirados, no aguanté la falta de afectos y coludido con los árboles que nos protegían de miradas ajenas, le di mi primer zarpazo: lo abracé e hice debutar sus labios con un cortísimo beso entre hombres.
TITANIC - TRAILER (4:05)
12 comentarios:
Ok, te sigo. Y??
Me está cargando este estilo de posts con cliffhanger al final!!! Obligado a ver el próximo capítulo ahora. Esto es como "Lost" pero más homosexual...
Un abrazo y apurate!!!
JUL.
PD: Ah!! hiciste lo del código antispam!!!
Jajajajajaaja Lost gay! que buena... los que se perdieron no estaban perdidos, andaban hueviando en medio de la selva EJALEEEEE!!!!
Oye Tara es una alpargata al lado del fundo de tu abuela ah? no escuchabai voces que te llamaban cuando andabai por allá.
Tan sofisticado que es Julius, "Cliffhanger" que demonios es eso???!!!!!... y si la estay haciendo muy larga con ir contando por pedacitos, un buen resumen, dos cucharás y a la papa!!!, no se a quien le copiaste eso de ir contando por pedacitos!! HUM!!!
Hueon el medio pique, ese hueon quería puro darte jajajaajaja! ya se me salió el Eleutherio que llevo dentro.
Hola Ele!!!
Ya llegue, y cuando me meto a tu blog, la media sorpresita... que buena historia! Pero concuerdo, no nos hagas esperar mas!!!
Un beso apretadisimo! Los eche de menos a todos
Jajaja, así que ése era tu buey.
Hay que tenernos paciencia, y claramente no tomamos la iniciativa, pero creo que superada esa etapa las cosas mejoran bastante ¿o no?
Un abrazo
ta entrete la historia, no te demores mucho en actualizarla pu, me voy al gym, pase por aqui un ratito despues de aver estudiado toda la tarde.
chao cuidate. y como esta buenos aires? muy caro , me quiero ir con una amiga, bueno alome algo mas, pero en fin recomiendame algo, tamuy caro?
bueno chao que esty bien
Entre El Cajón y Las Rejas. Suena como a película.
Qué bueno que tomaste la iniciativa =P. Yo creo que ahora sería capaz de tomarla en una situación así, pero hasta hace unos años me sentía igualito a como lo describes, y apenas he mejorado un poquito, pero por algo se empieza.
Me gustó el final. No le había encontrado otro uso a las terrazas glaciofluviales aparte de los que me han enseñado en clases... interesante...
Abrazos!
A ver Voikot ( y perdona Eleu que use tu espacio como medio de comunicación); "Cliffhanger" es un término audiovisual que quiere decir: dejar en suspenso, crear la necesidad de ver la conclusión de la historia. Literalmente "Cliffhanger" es algo así como quedarse colgado de un risco, ¿te imaginas la imagen? "QUÉ VA A PASAR". Bueno, así quedé yo con la historia de don Eleu.
Besos y abrazos
JUL.
Más que terreno, el de tu abuela, parece escalera.
Qué tierno subirla juntos.
Y coronarla con un beso así.
Me gusta como termina tu historia, quizá porque también me gusta escribir así.
Dejando con ganas.
P
patidifuso me quedé con la descripcion de la hacienda de tu abuela(fundo parece poco), perdona la distraccion de la historia principal... esta muy guena, el suspenso al final me recordo el suspenso de los radioteatros o de las teleseries de los 70 que siempre terminaban en algo asi....
sin animo de ofender o comparar....
no te demores con la continuacion
La pelicula de Stallone, Riesgo total se llamaba Cliffhanger, que es pender de un hilo o lgo asi.
Hace tiempo hice eso de 2º partes, porque eran muy grandes los blog, la gente se espanta cuando ve cosas muy grandes a leer.
Estoy por darme por convencido del horoscopo chino y la numerologia jeje, Ramiro Buey y capricornio ufff vaya niño, terrenal y piensa las cosas no 2 veces sino 3 veces cada cosa.
y como lei en el blog de alter y ego, un gay debe hacer lo que un gay debe...
Saludos.
Hace rato que trato de postear pero no me resulta...sigo intentando
¿Sentirme incluido?
¿Acá dónde?
¿En el mundo blog?
¿Lo dices por los pocos comments que tengo comparado a los tuyos y a los de voikot?
No entendí.
Ja.
Saludos
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