Monos con metro gratis

Esta semana ha sido de locos en la U y no he tenido tiempo para pensar en el capítulo de Polen que debería ir hoy. Lo lamento por los pocos seguidores del folletín pero juro que el próximo viernes se viene con todo la próxima entrega. Por mientras los dejo con este cuadrito de costumbres que escribí al saber que quizás tendremos en marzo al primer blogger conductor de Metro: FasalazA. Su historia pueden leerla haciendo clic aquí. La mía leyendo lo que sigue...

Tenía que llegar a montar mi travesía con aquellas columnas y artículos que yo encontrara que mejor me habían quedado en el ramo de Periodismo de Opinión. Eran las 2 de la tarde y debía estar en la Universidad lo más pronto posible para bajar de mi correo los mails que me había auto enviado con los archivos, imprimirlos, recortarlos y pegarlos en la base de diarios El Merculo que la noche anterior había escogido.
Apenas me alcanzaba la plata para ir -pero no volver- en micro y recordé que en las noticias de la tele habían dicho que esa mañana se había inaugurado la nueva línea del metro. "La primera del país fuera de Santiago", dijo el compuestito conductor y luego agregó que "a partir de las dos de la tarde los pasajes serán gratis desde estación Puerto hasta Limache."
¡Tate! Me voy en metro entonces y así me ahorro la platita. Además así llegaré más rápido y tendré más tiempo para montar la exposición. Pensado y hecho, bajé corriendo las escalas vertigosas que suben o bajan -depende del uso que les demos- junto al ascensor de mi cerro y en unos pocos minutos ya estaba en la estación.
Ahí estaban los monos. Con sus gritos de mandril peleando por su territorio para subirse primeros al vagón, sin dejar a nadie que se bajara, empujándose unos a otros, tocándose los cuerpos como si se conocieran de toda la vida en el apretuje del centímetro cuadrado que cada uno disponía. ¡Por suerte no iba con una maqueta, como en mis tiempos de estudiante de arquitectura!
Partió el vagón (imaginarse uno de circo pero mucho más moderno, con botoncito verde para que cada fiera lo apretara cuando se quisiera bajar, por ejemplo) y las hordas gritaron de júbilo porque se movían sin dar un paso. Antes de llegar a la siguiente estación, por los parlantes se anunció ésta y los monitos se rieron extrañados por la voz femenina que les informaba del suceso.
-Se hizo de noche.
Dijo una gorilita que iba cómodamente sentada por su corta edad y sólo por eso le acepté la ingenuidad cuando entrábamos al túnel para llegar a la estación Miramar. Pero lo que no pude aguantar fue la imbecilidad de las y los gorilas -viejos ya- que lanzaron grititos reprimidos de susto. Si se van a acoquinar, griten fuerte por último, así en vez de monos, parecen el animal más chico de la cadena alimenticia.
En la primera estación subterránea se subió un gorila viejo y hediondo de, aproximadamente, unos 140 años. No había más espacio, pero se empecinó en apretujarme contra un fierro y tuve que soportar su tufo senil en todo lo que es rostro. Por más que intenté mirar para otra parte, su aroma se las arreglaba por el aire para llegar a mis fosas nasales. ¿Qué será ese olor? ¿Será el alma que de a poco va dejando el cuerpo? ¿Habrá alguna relación entre la bondad y el aroma que uno expele? Si es así, este viejo de mierda debe haber sido un asesino de monjas de claustro.
Cuando por fin me tocó el turno de bajar, yo ya estaba en el rincón más alejado de la salida y tuve que literalmente saltar varios monitos que, obviamente, no hicieron el menor intento de abrirme paso y tuvieron que soportar mis pisotones con bramidos de dolor y unos cuantos garabatos. De nada sirve pedir perdón porque los gorilas del puerto son muy choritos cuando se trata de sus derechos animales. Sobre todo si no pagan por algo, ¿o debería decir "si no pagamos"?
Epílogo: Me demoré 20 minutos, mucho menos que los 40 minutos que me toma en micro y la exposición fue todo un éxito. Mocos incluidos. De vuelta a mi casa tuve que tomar una micro porque se había suspendido el servicio. En las noticias de la tele dijieron que la gente había sido tanta que se impidió el normal funcionamiento del tren. In situ corrió el rumor que la jauría de macacos era tal que a una monita le dio un ataque al corazón.

MEGADETH - TRAIN OF CONSEQUENCES (3:34)