Me gusta más este título para el blog, era mi primera opción pero blogger no me lo aceptó para url así es que escogí el más soft "Casto y Gay". Pero eso era como para empezar, para que no se asustara la gente tan pronto. Ahora se viene la verdadera personalidad de Eleutherio, no casto y puro sino Casto y Puto. Las dos faces del cachorro, ese que puede ser tan tierno de lamerte la mano y luego, cuando nadie observa, restregar su sexo en tu pierna.
Tengo que dejar el tabaco. Me fume varios cigarros antes de atreverme a mostrar esto.
Y tuve sexo con Pancho, me penetró y me pidió con todas su ganas que lo penetrara, la única manera en que pueden lograr que lo haga, casi rogándome, como más me excita. Si no, no funciona pues. Siempre yo el puto, siempre yo el receptor de miembros, siempre yo el penetrado, yo el casto que no lo mete. Esta vez también Pancho, él, el más "activo", quería ser mi taxi boy, mi bataclano y yo no me negué, porque sólo así me excito, cuando mueren por tenerme dentro de ellos.
Sexo, sólo eso, los condones estaban protegiéndonos el uno del otro, no permitiendo que nuestros fluidos internos se mezclaran, impidiendo sentirnos naturales, bloqueando los sentimientos de comunión, el contacto piel con piel estaba negado, cerrando el paso a cualquier traspaso de algo metafísico.
Al final, casi en el clímax, nos descubrimos y yo acabé como tu actor porno favorito -¿eso dijiste, Pancho?- sobre tu no-guata después que tu hiciste lo mismo pero en menor cantidad sobre la mía.
Sería todo, tuviste que irte y quedé con esa sensación de que no dejaría de verte, eso es imposible en Chile, pero que ya no sería lo mismo.
Claro, a la semana siguiente te vi paganeando otra vez, ya tenías un sustituto. Yo no sentí celos, pero noté tu incomodidad, tu saludo desde lejos. Era obvio que me volverías a llamar.
-"Yo sé lo que tu quieres, quieres que te quiera", te dije cuando apareciste de nuevo por el castillo.
Respondiste que sí.
-"Quiero quererte, ¿qué pasa si te digo que pololiemos?", y me arrepentí al instante.
(¿Qué haces, no ves que es imposible que lo quieras? ¡Y por qué no! ¿Acaso la última y única vez que me enamoré hace más de cuatro años, en el fondo no fue una decisión racional "amar" a Ramiro?. Sí, lo fue, pero hubo esa tontera especial que se da el primer instante que conoces a alguien, ese feeling, esa cuestión química que te hace sumar una variedad de factores para multiplicar el producto final y hacer al personaje un número infinitesimal ante tus ojos, algo así como la sensación de que realmente sirves para algo en la vida)
-"¿Que haremos ahora?", te pregunté.
-"Lo primero es poner en orden la relación que surgió con el tipo que me viste en Pagano. Lo tengo medio loquito y no quiero hacerle daño."
Y no recuerdo quién de los dos propuso que nos hiciéramos el test del VIH antes de que yo partiera a Pichilemu.
Y tuve sexo con Pancho, me penetró y me pidió con todas su ganas que lo penetrara, la única manera en que pueden lograr que lo haga, casi rogándome, como más me excita. Si no, no funciona pues. Siempre yo el puto, siempre yo el receptor de miembros, siempre yo el penetrado, yo el casto que no lo mete. Esta vez también Pancho, él, el más "activo", quería ser mi taxi boy, mi bataclano y yo no me negué, porque sólo así me excito, cuando mueren por tenerme dentro de ellos.
Sexo, sólo eso, los condones estaban protegiéndonos el uno del otro, no permitiendo que nuestros fluidos internos se mezclaran, impidiendo sentirnos naturales, bloqueando los sentimientos de comunión, el contacto piel con piel estaba negado, cerrando el paso a cualquier traspaso de algo metafísico.
Al final, casi en el clímax, nos descubrimos y yo acabé como tu actor porno favorito -¿eso dijiste, Pancho?- sobre tu no-guata después que tu hiciste lo mismo pero en menor cantidad sobre la mía.
Sería todo, tuviste que irte y quedé con esa sensación de que no dejaría de verte, eso es imposible en Chile, pero que ya no sería lo mismo.
Claro, a la semana siguiente te vi paganeando otra vez, ya tenías un sustituto. Yo no sentí celos, pero noté tu incomodidad, tu saludo desde lejos. Era obvio que me volverías a llamar.
-"Yo sé lo que tu quieres, quieres que te quiera", te dije cuando apareciste de nuevo por el castillo.
Respondiste que sí.
-"Quiero quererte, ¿qué pasa si te digo que pololiemos?", y me arrepentí al instante.
(¿Qué haces, no ves que es imposible que lo quieras? ¡Y por qué no! ¿Acaso la última y única vez que me enamoré hace más de cuatro años, en el fondo no fue una decisión racional "amar" a Ramiro?. Sí, lo fue, pero hubo esa tontera especial que se da el primer instante que conoces a alguien, ese feeling, esa cuestión química que te hace sumar una variedad de factores para multiplicar el producto final y hacer al personaje un número infinitesimal ante tus ojos, algo así como la sensación de que realmente sirves para algo en la vida)
-"¿Que haremos ahora?", te pregunté.
-"Lo primero es poner en orden la relación que surgió con el tipo que me viste en Pagano. Lo tengo medio loquito y no quiero hacerle daño."
Y no recuerdo quién de los dos propuso que nos hiciéramos el test del VIH antes de que yo partiera a Pichilemu.
1 comentario:
yo no se que decirte del contacto de piel bloqueado..yo nunca he tenido sexo sin condon..no se como es....
me gusto eso de que te escita que se mueran por tenerte dentro..
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